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28 junio 2016

COMO SE COMUNICAN LAS ABEJAS ENTRE SI?? - AS BEES COMMUNICATE WITH EACH OTHER??

La comunicación entre las abejas es muy compleja. Como animal social necesita comunicar a toda la colonia la información de valor. Utilizan todos los sentidos para transmitir mensajes, por ejemplo:

- El olor de unas feromonas conforma la unidad familiar de una colmena.

- El sonido indica señal de peligro o de localización.

- Con el gusto informan de las variedades de plantas a libar.
Uno de los mensajes más complejos es el “baile de las abejas” con el que una pecoreadora (obrera adulta que va a las flores) indica a sus compañeras en qué dirección volar con posición relativa al sol, que distancia recorrer y que clase de fuente de alimento es.



Dance in a circle, flowering very close.                 Dance in eights, flowering distant.


La danza en círculo indica que la comida está cerca (a menos de 50 m). La obrera exploradora da numerosas vueltas en círculo, alterna una vuelta en el sentido de las agujas del reloj con otra en sentido contrario. Otras obreras se agrupan en torno a la exploradora y son estimuladas por la danza a salir en busca de la comida.

La danza en ocho señala que la comida está lejos. La exploradora describe una figura similar a un ocho: primero un círculo, después una línea recta en la que agita el abdomen de un lado a otro , y por último, otro círculo girando en sentido contrario al primero.

La línea recta esta relacionada con la posición del sol y es la que proporciona mayor información.

Si la exploradora ha localizado la comida en la dirección del sol recorre la línea recta ascendiendo verticalmente por la superficie del panal.

Si ha localizado en sentido contrario al sol, la exploradora recorre la línea recta descendiendo verticalmente.

Si el alimento ha sido localizado 40º a la izquierda o a la derecha del sol, la línea recta forma un ángulo de 40º con la vertical. Cuanto mayor es la distancia a la comida mayor sera la agitación del abdomen de la exploradora.




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16 junio 2016

CUANTAS ABEJAS TENEMOS EN UNA COLMENA? - WE HAVE MANY BEES IN A BEEHIVE?

Hay miles de especies de abejas, unas viven solas, otras en agujeros en el suelo, algunas no tienen aguijón. 

La Apis Mellifera (o abeja doméstica) forma colonias de entre 15.000 y 80.000 abejas, dependiendo de su fortaleza, climatología y hábitat. 

Las colmenas definen al super organismo que forman tres tipos de individuos: Hembra reina (una), hembras obreras (casi la totalidad) y machos zánganos (menos del 4% o ninguno, dependiendo de la época del año).

Cuando una colmena es fuerte y su reina joven puede “enjambrar”, dividir la colmena con salida de parte de las abejas y la reina, que es sustituida por una nueva. 

Este proceso de expansión se llama “enjambre”, y si se repite días más tarde con un número menor de individuos se llama “jabardo”.

Más información:

Las abejas sociales poseen una organización no igualada por ninguna otra especie, con un complejo sistema de castas en el que el individuo en sí mismo carece de valor a favor de la colectividad de la colonia. 

Por eso se habla de una colonia de abejas como un superorganismo en el que la interacción entre sus componentes da lugar a un único individuo. 

Reflejo de este hecho es que los apicultores hablan de una colmena sana o enferma o, incluso, de la muerte de una colonia aunque en ella todavía vivan varios miles de abejas.

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28 marzo 2016

LOS ENJAMBRES - THE SWARMS.

Uno de los fenómenos más importantes relacionados con los colmenares tradicionales hace referencia a los enjambres.

Recibe el nombre de enjambre la salida de la colmena de una parte de las abejas obreras, entre 10.000 y 20.000, acompañadas de una reina y de unos pocos zánganos.

Este fenómeno que dependiendo de los años puede ser intenso o no, se debe al instinto de reproducción de la especie, y suele coincidir con el período de máximo desarrollo de la colmena.

Muchos colmeneros capturan todos los enjambres posibles, porque para ellos es la única forma de reponer las abundantes bajas invernales. Ya lo dice el refrán “de una colmena, ciento; y de ciento, una”, lo que indica la facilidad con la que puede aumentar el colmenar y la rapidez con la que desaparece.

Por eso, en verano, después de comer, los vecinos se dan una vuelta por su colmenar para ver cuántos enjambres tienen “posados”. Algunos, incluso, durante ese tiempo se pasan todo el día en el colmenar.

La salida del enjambre.

Los días previos a enjambrar, las abejas se muestran inquietas, disminuye su actividad de campo, se apiñan a la entrada de la colmena , forman la “barba” (acumulación de abejas inactivas) y se atiborran de miel para tener provisiones suficientes hasta que encuentren otro alojamiento.

La salida del enjambre, normalmente al mediodía, se convierte en un espectáculo emocionante, mezcla de alegría e incertidumbre. Antes de salir, se ven muchas abejas revoloteando alrededor de la colmena, con la cabeza inclinada hacia la piquera, alejándose y regresando de inmediato, hasta que se produce un zumbido especial por la salida masiva de abejas.

Luego se forma en el aire como una nube que parece inmóvil hasta que sale la reina y toma la decisión de “posarse” o emprende el vuelo. A veces la reina tarda en salir, por lo que el grupo retorna una y otra vez a la colmena.

Lo normal es que el enjambre se pose en un arbusto próximo al colmenar, especialmente si es el primero del año porque lleva la reina madre y al estar fecundada tiene dificultades para volar, adoptando el típico aspecto de piña o de racimo, para desde allí enviar a las abejas exploradores (unas 50 por colonia) con el fin de encontrar un alojamiento definitivo.

Para evitarlo, los colmeneros colocan sobre una rama o un palo clavado en el suelo una amalgama de hojarascas o ramaje que llaman “poner sobras” para, como decimos, atraer a los enjambres e impedir que se marchen.

Persecución

Cuando el enjambre no se “posa” en el entorno del colmenar, la nube de abejas se traslada a baja altura, entre los 20-25 kms. por hora.

Yo pienso que esas creencias no tienen fundamento científico ni dan resultado, sino que sirven para alertar a los demás de que ese enjambre ya tiene dueño.

Lo más probable es que esta costumbre de perseguir a los enjambres con ese alboroto proceda de la época romana, en que el dueño del enjambre para acreditar la propiedad del mismo tenía que seguirlo por el campo repleto de agricultores, y lo hacía voceando y haciendo ruido, para dejar constancia de la pertenencia de aquella nube de abejas viajeras.

Sí parece eficaz, sin embargo, lanzar sobre el enjambre chorros de agua a modo de lluvia, arrojar puñados de tierra al aire o deslumbrar a las abejas con espejos, pues, quizás, con esos efectos, se simula una especie de tormenta imprevista que puede llevar a las abejas, asustadas y confusas, a aterrizar apresuradamente.

Recogida

Una vez que la reina aterriza, es rodeada por sus súbditas y se forma un racimo bien compacto. Y, como el tiempo que permanece parado el enjambre es variable, entre varias horas y dos días, no debe demorarse la recogida del mismo no vaya a ser que tras una breve pausa emprenda de nuevo el vuelo.

El enjambre, una vez asentado, se debe recoger con calma y sin movimientos bruscos, variando el modo de proceder dependiendo de la situación en que se encuentre: si el racimo de abejas está en el suelo, entre las hierbas, lo mejor es acercar un cajón o enjambrera.

Con un poco de humo conseguiremos que las abejas entren por sí mismas; si el enjambre está colgado en una rama a gran altura, se puede emplear un artilugio casero a modo de saco abierto, suspendido en el extremo de una barra o palitroque.

 Ese recipiente se coloca debajo del enjambre y con un golpe seco sobre la rama se hace caer dentro la masa de abejas; si las abejas están suspendidas de una rama pequeña, se la corta con una tijera y se traslada en la misma al nuevo alojamiento. 

Instalación en la colmena

Una vez que el grupo de abejas se ha apaciguado se sacude dentro de la colmena.

A veces las abejas no aceptan la nueva morada, marchándose una y otra vez. Para impedirlo, es bueno rociar la colmena con agua miel.
En el supuesto de que nadie recoja el enjambre se vuelve errante hasta que él mismo se mete en un hueco de árbol, en una chimenea, en el caño del techo de una casa, en el hueco de una persiana, etc.

Hay colmenas muy propensas a enjambrar hasta tal punto que llegan a emitir hasta diez o doce enjambres cada año, cada vez más pequeños y que el colmenero abandona.

Salvo el primero, que suele ser el mejor, todos los demás llevan reina joven sin fecundar, por lo que vuela con gran facilidad y no suele posarse cerca del colmenar.

Por: Félix Herrero García.


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