23 noviembre 2011

Transgénicos contra la apicultura

Transgénicos contra la apicultura. Por: 

A los muchos impactos negativos que conllevan los transgénicos, se suma ahora el golpe contra la producción apícola nacional, porque la miel está contaminada –o podría estarlo en el futuro cercano– con polen transgénico. Es otra tragedia anunciada –como la contaminación transgénica del maíz y otros cultivos– que las autoridades mexicanas decidieron ignorar, para favorecer las ganancias de unas pocas transnacionales.
En esa misma línea, Juan Elvira, Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, afirmó recientemente que se podrían sembrar grandes superficies de maíz transgénico en el norte del país, sin colocar en riesgo los maíces nativos o la biodiversidad. Un aporte más al concierto de falsedades que repiten las autoridades de que los transgénicos servirían para aumentar la producción o para enfrentar el cambio climático, cuando la realidad –no los mitos y la propaganda pagada– muestran lo contrario.
El tema de la contaminación transgénica de la miel se puso de manifiesto luego de que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea sentenciara el 6 de septiembre 2011 que la miel que contenga más de 0.9 por ciento de polen transgénico deberá ser etiquetada como producto que contiene transgénicos, o si contiene polen transgénico de variedades no autorizadas para el consumo humano (como el maíz Bt Mon810 de Monsanto ) no se podrá comercializar.
El caso fue presentado por un apicultor de Baviera, Alemania, cuyas colmenas se contaminaron con polen de maíz Bt Mon810 proveniente de un cultivo experimental, es decir, ni siquiera por grandes superficies, y supuestamente, en condiciones de bioseguridad.
En México, gracias a los dictámenes de la Semarnat y la Sagarpa, se han aprobado 19 siembras experimentales de maíz transgénico que contienen ese cuestionado gen Mon810, así como decenas de miles de hectáreas de otros transgénicos que amenazan la biodiversidad, el futuro de la apicultura mexicana y a las miles de familias campesinas que dependen de ella.
Con este trasfondo y con gran preocupación, la Organización Nacional de Apicultores (ONA) convocó el 9 de noviembre 2011 el Foro Organismos genéticamente modificados y su impacto en la apicultura, con el apoyo de la Comisión Especial de Seguimiento a las Evaluaciones del Programa Especial Concurrente para el Campo, de la Cámara de Diputados. En el evento expusieron diversos expertos en los temas de transgénicos, biodiversidad y apicultura. Monsanto fue invitada al panel pero no se presentó, solamente se le ve en foros empresariales y de altos niveles políticos, donde asisten sus aliados y los que podría comprar en el futuro. En el foro de la ONA los asistentes eran mayoritariamente apicultores campesinos –sus próximas víctimas.
Al igual que en el caso del maíz, más del 80 por ciento de los productos apícolas en México son campesinos que usan métodos tradicionales. La polinización que hacen las abejas es un elemento fundamental de la producción agrícola y de la biodiversidad.
Miguel A. Munguía de la sociedad cooperativa Educe de Yucatán, explicó que México es el tercer exportador de miel a nivel mundial y 40 por ciento de ésta se obtiene en la península de Yucatán, zona donde el 98 por ciento de la miel se exporta a Europa, proveyendo sustento a 25 mil familias campesinas, en las épocas de mayor necesidad, cuando baja la producción de cultivos.
En esa zona se han aprobado en los últimos años varias experiencias con transgénicos, en áreas cada vez mayores. Para 2011-2012, Monsanto solicitó la siembra piloto de 30 000 hectáreas de soya transgénica en varios municipios de producción apícola campesina (piloto es un eufemismo, en realidad es comercial porque es a campo abierto y se puede vender). Esto equivale a condenar a muerte la exportación de miel desde esas áreas.
Además de la contaminación de miel por polen transgénico, que se aumentaría exponencialmente en el caso del maíz, los transgénicos también aumentan el uso de glifosato y otros agrotóxicos que dañan la producción apícola y la biodiversidad, además de contaminar tierra, fuentes de agua y tener impactos severos a la salud de los pobladores, especialmente de los niños.
En el foro se presentaron también datos científicos basados en el análisis de más de una década de producción en Estados Unidos, el mayor productor mundial de transgénicos, que confirman que la soya transgénica produce menos que la híbrida. En el caso del maíz, la producción es similar a la de los híbridos, pero el precio de la semilla y los riesgos a la biodiversidad son mucho mayores. Además, la producción actual de maíz en México es sobradamente suficiente para las necesidades alimentarias de la población y también gran parte de la pecuaria y otros usos. Las importaciones de maíz transgénico son solamente por la demanda de transnacionales de la industria pecuaria que operan en México, y no serían necesarias si la producción pecuaria fuera en pequeña escala, con forrajes diversificados.
Se aportaron muchos más datos , pero a modo de resumen, se mostró claramente que los transgénicos no se necesitan, que no producen más, que usan más tóxicos y que colocan en riesgo el maíz en su centro de origen, la biodiversidad y ahora además, la apicultura y la miel, un importante producto de exportación del país. Por todas estas razones, los apicultores se suman a la vasta mayoría de la población que exige que se deben frenar los transgénicos.

19 noviembre 2011

Nueva especie de abejas demuestra mayor antigüedad del istmo de Panamá

Nueva especie de abejas demuestra mayor antigüedad del istmo de Panamá Agencia EFE: Nicolás Espinosa S.
Panamá, 3 nov (EFE).- El descubrimiento de una nueva especie de abejas en Panamá confirma las nuevas teorías científicas que sostienen que el istmo emergió y unió a América del Norte y del Sur hace unos 22 millones de años, muchísimo antes de lo que se creía.
El descubrimiento de la nueva especie, un tipo de abeja sin aguijón originaria del Amazonas, en las islas de Coiba y Ranchería, en la región sur de la central provincia panameña de Veraguas, se debe al biólogo David Roubik, científico del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI, por sus siglas en inglés).
Roubik, que recientemente ha compartido el descubrimiento de la nueva especie con la comunidad científica a través de publicaciones especializadas, lleva décadas estudiando las abejas en el trópico.
El entomólogo hizo sus primeros hallazgos en 1979, pero no fue hasta 30 años después que sus estudios tomaron otro giro, cuando sus investigaciones lo llevaron a indagar sobre el origen de estas abejas encontradas en las dos islas del Pacífico panameño, pero no en tierra firme.
"El mero descubrimiento no es gran cosa. Hay muchas especies por descubrir en cualquier lado, pero el tratar de explicar su origen fue lo que me motivó a estudiar más profundamente todo lo que se sabía de animales, plantas y también de geología en la región", señaló el científico estadounidense a Efe.
Roubik explicó que sus investigaciones en Coiba no sólo lo llevaron a encontrar gran abundancia de este tipo de abeja, hoy bautizada Melipona insularis, sino también del árbol llamado Nazareno, también existente en tierra firme en la península de Azuero y en Darién, en Panamá, así como en la península de Osa, en Costa Rica.
Adujo que las áreas mencionadas están localizadas en lo que se conoce como la microplaca tectónica de Panamá, donde hace unos 20 millones de años, en el Mioceno, hubo un trozo de tierra firme que se hundió en una gran porción debajo de lo que es hoy el istmo.
Añadió que algunas partes quedaron unidas a tierra firme, formando las penínsulas de Azuero y de Osa y lo que hoy es la isla de Coiba, y otras aún mantienen parte de la flora y la fauna que es muy común de Darién y de Centroamérica.
En el caso de la abeja Melipona insularis, explicó que sus orígenes son de América del Sur, en concreto de la Amazonía, y que su población cruzó América Central y se estableció en México, también aproximadamente hace 20 millones de años.
Destacó que estos datos echan por tierra la tesis de que el istmo centroamericano surgió hace unos tres millones y medio de años, como tradicionalmente se ha creído, aunque también podría existir una explicación para apoyar esta teoría.
El investigador señaló que el geólogo colombiano Hermann Duque Caro en un escrito en 1990 afirmó que en el Mioceno hubo un istmo que desapareció, pero hace unos tres millones de años surgió otro.
La nueva teoría también es apoyada por estudios paleontológicos efectuados en el marco de la ampliación del Canal de Panamá, por parte de los científicos colombianos Camilo Montes y Carlos Jaramillo, y por el estadounidense David Farris.
Después de tres años de estudios, los investigadores del STRI plantearon que las placas tectónicas de las Américas colisionaron cerca de la frontera entre Panamá y Colombia, lo que hizo que el istmo emergiera hace unos 22 millones de años, antes incluso de que se creara la capa de hielo del Ártico.
Las exploraciones permitieron localizar restos de un árbol fosilizado de unos 18 millones de años y de fósiles de plantas y animales que provienen de Sudamérica, que establecen una nueva edad del surgimiento del istmo.
David Roubik añadió que prepara un trabajo que habla sobre el grupo de abejas descubierto en Panamá, del cual aún no ha encontrado un nido.
"Siento que las abejas están anidando en los árboles más grandes de Coiba y La Ranchería, unos nísperos de aproximadamente dos metros de diámetro y que alcanzan los 50 metros de altura, en unos lugares muy difíciles de explorar", explicó.