16 mayo 2011

Las abejas al descubierto. Anatomía de las reinas (las patas).

Referencia:  Vida Apícola nº 156, julio-agosto 2009. Autor:  M. Boi.
Reseña:  Una vez fecundadas, la labor de la reina se reduce a poner huevos durante la mayor parte del tiempo. Su exclusiva alimentación con jalea real crea unas sutiles diferencias orgánicas exteriores respeto a las obreras. Como todo insecto, posee tres pares de patas que se originan en el tórax, muy bien articuladas, que se dividen en varios segmentos y que permiten movimientos amplios. El primer segmento, más cerca del tórax es la cadera, seguido por el trocánter, pequeño artejo cónico que se une con el fémur. El fémur, o muslo, está formado por una pieza larga, robusta, provista de pelos. La tibia, o pierna, se articula con el fémur y el tarso en la parte final de cada pata. El tarso está formado por cinco segmentos, o artejos, o tarsitos. Al primero se le llama basitarso y es más grande que los restantes. El primer par de patas es el más corto. Las patas anteriores son importantes en el caso de la reina, ya que gracias a ellas dispersan por toda la superficie de su cuerpo las feromonas que fabrican en las glándulas mandibulares. Estas sustancias son necesarias para la cohesión de la colonia para el buen funcionamiento de todas las castas. Son las patas traseras la que poseen las piezas más desarrolladas y sofisticadas; son las más gruesas y robustas, aunque en la reina no cumplan con la función de compactar y transportar el polen hasta la colmena como en las obreras. En el caso de las reinas, las patas, además de órganos de locomoción, son esenciales en el manejo de los huevos y su deposición en el fondo de cada celdilla.

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